Cómo decidí apoyar el feminismo en Latinoamérica
Hubo una cantidad de días en estas semanas que no sabía qué publicar, no tenía inspiración y cada tema que se me ocurría parecía que se iba a perder en una fosa de pensamientos confusos. Pero a raíz del auge con el feminismo en Latinoamérica, decidí que hoy era el mejor día para expresar esta especie de nudo en la garganta que creo que me hace falta soltar. Les vengo a hablar, sin pelos en la lengua, por qué decidí apoyar el movimiento sin necesidad de caer en lo radical. Y ya con esto, estoy segura que más de uno va a quedar extrañado.
Yo siempre me he considerado una persona que trata de buscar ser lo más objetiva posible, aunque cueste y nunca lo sea por completo. Por esa razón, siempre me consideré a favor del feminismo mientras se aplique de forma honesta y realzando a las mujeres como capaces, no como superiores al hombre. Creo que hasta ahora trato de mantener eso, pero…hasta hace poco, si bien eso creí, también me di cuenta de un par de cosas que me rodeaban que afectaron bastante mi objetividad y es hora de poner estas ideas en orden.
Hablar desde impulsos no siempre es lo mejor
Cuando una persona es fanática de algo, sobre todo cuando se trata de ideologías, no hay forma de cambiar su parecer, por más erróneo que parezca. Y creo por eso que hablar directamente desde las emociones (ya sea rabia, tristeza, miedo o incluso alegría) no siempre es lo más asertivo.
Hasta hace unos años yo evitaba hablar solo desde las emociones, pero al caer en debates con gente que lo hacía, terminaba haciendo lo mismo y caía en ese juego de nunca acabar de “yo tengo la razón, y tú no”.
No sé si serán los años, si es la experiencia, o qué sé yo, pero actualmente he comprendido que por más que intentes debatir con alguien, al fanático no se le puede cambiar de parecer. Por esa razón, aunque aún estoy aprendiendo a debatir, también ya solo prefiero dejar de lado algunas discusiones si sé que la persona cae en los impulsos emocionales, y esto es porque yo caí en lo mismo también.
En pocas palabras, sigo aprendiendo pero ahora creo que con un tema tan delicado como el Feminismo en Latinoamérica, he preferido no caer siempre desde lo emocional. Creo yo, que es lo que menos hace falta ahora.
Una disculpa anticipada al movimiento feminista
Y a raíz de estos impulsos, más de una vez seguramente caí en expresarme de la peor manera posible hacia otros fanáticos, o incluso solo hacia personas que estaban siendo radicales pero que actualmente han aprendido también y hasta han mejorado la forma de comunicarse.
Por eso mismo, me disculpo con el movimiento del feminismo en Latinoamérica. Me disculpo por haber caído tan bajo como lo que tanto criticaba en ese entonces, y más ahora que algunas personas han demostrado que sí es posible mejorar sus ideas y hacerlas más tolerantes, es solo cuestión de paciencia y respeto.
Yo admito mis errores del pasado y también que jamás he sido perfecta ni pienso serlo, pero por eso solo espero seguir aprendiendo mientras también se aplique el respeto hacia los demás.
Un poco de contexto
Yo nunca he huido de la controversia, no me da miedo caer en ella si es a raíz de alguna opinión. Un par de años atrás yo era experta en atraerla así no fuese a propósito, y precisamente por ello más de uno me apoyaba, pero muchas veces esas personas no eran precisamente lo que yo esperaba.
Jamás me ha gustado lo radical, mucho menos con el tema del feminismo, y varias veces me apoyaron personas totalmente a favor de criticar este movimiento, y por lo contrario, un par de veces me apoyaron algunas radfems. No me di cuenta de esto sino hasta hace unos meses.
En el 2018, aun creía que era normal recibir apoyo sobre ciertas opiniones de cualquier persona, incluyendo esos “alt-right” y “conservadores”, aunque en el fondo también me disgustaba, al igual que me apoyara cualquier comunista (ew).
Y pues de aquí parte una historia que cambió mucho mi parecer…
Yo tenía un amigo que era parte de esos “alt-right” y personas un tanto conservadoras, aunque también luchaba por ser objetivo en lo que correspondía. A pesar de ser algo radical en algunas cosas, yo lo apoyaba casi siempre por cuestión de amistad. Éramos amigos desde inicios de esta década y por eso pensaba que una amistad fuerte lo podía todo, o al menos eso creía.
El día que cambió todo y vi con otros ojos el feminismo en Latinoamérica
Este amigo era una tremenda persona para mi. Le confié muchas cosas, a pesar de sus defectos y de hasta peleas fuertes que tuvimos, lo sentía como un hermano. No nos hablamos por un año una vez por diferencias tontas, y aun así lo perdoné, superamos todo ese rencor para seguir construyendo la amistad.
Él emigró a Chile y yo a Perú, y a pesar de la distancia, seguimos en contacto. Él seguía demostrando ser muy radical ante opiniones sobre “el feminismo en Latinoamérica”, pero igual en algunas cosas lo apoyaba, y en otras no. Era mi amigo y por eso confiaba en su palabra, porque hasta ahora me había demostrado lealtad.
Todo cambió una noche. Entre nuestras conversaciones por Whatsapp, surgió un tema algo raro para mí. Para resumirlo, años atrás me quedé en su casa para celebrar su cumpleaños, y así como yo, otros compañeros y otras chicas. Yo claramente bebí bastante pero al final me quedé dormida en su cuarto, y una amiga suya cerca de mí, y del resto, mis recuerdos son borrosos debido al cansancio y al alcohol.
Y pues este fue el tema en cuestión para conversar en Whatsapp. Me pareció inocente que me preguntara: ¿Qué pensaste esa noche cuando dormiste cerca de mí?, a lo que yo solo respondí que pues nada, porque lo veía como un hermano y no tendría nada de raro dormir en su cama si él estaba durmiendo aparte y con otra amiga.
Un momento muy incómodo
Las preguntas siguieron: ¿Y no estabas cachonda? ¿Y realmente estabas ebria? ¿Pero no hubieses aceptado nada? Por cada pregunta que hacía, me fui quedando helada, hasta que una frase sepultó todo: No bueno, es que te dije que quería tocarte y todo, sobre todo porque estabas ebria, y como eras medio “zingona” entonces, no iba a perder oportunidad.
Hasta el día de hoy esa ha sido una de las decepciones más grandes que he tenido en mi vida. Apenas dijo todo eso, así fuese por Whatsapp, así pareciera algo tonto, sentí como cada parte de mí se desmoronaba. Me sentía impotente, ingenua, burlada y simplemente traicionada. Mi propio amigo, hermano, en quién confié hasta el final, había considerado abusar de mí solo porque estaba ebria.
De ahí levemente recordé esa noche, aunque todo borroso por el alcohol. Y dolorosamente, por más que lo negué, si recuerdo cuando él varias veces me dijo si podía tocarme o hacerme algo, y recuerdo como varias veces solo decía que NO.
Como una epifanía para mi, de inmediato asocié todo: de tanto que evité caer en lo radical, terminé yo misma siendo radical en ese entonces, y terminé apoyando más radicales que encubrían conductas espantosas.
Un cambio necesario del que no me arrepiento
De forma dolorosa tuve que bloquear y eliminar a esta amistad de todos lados. De hecho, fue algo que tuve que conversarlo en algún momento con un terapeuta, la cual apoyó que quisiera distanciarme, pues era algo reciente. Ahora bien, la idea era también que poco a poco pudiera seguir adelante, pues por lo menos no pasó algo grave. Pero duele saber que pudo haber sucedido.
Y desde entonces comprendí que no está mal apoyar el feminismo en Latinoamérica como tal, sí es necesario tomarlo en cuenta, y ni se diga en Venezuela. Lo que aprendí además es que a pesar de ello, sigo tratando de evitar lo radical y sigo sin apoyar ningún movimiento radfem ni fanático, mucho menos que caiga en misandria.
Hace años hice dos posts relacionados al feminismo de los cuales, hasta hoy, en realidad no me arrepiento. Uno es más impulsivo que el otro, es verdad, pero lo dejo como prueba de que estaba aprendiendo.
Ahora más que nunca, además de disculparme con otros, me disculpo conmigo misma por haber estado en un vaivén de ideas y no entender que lo más importante es tener mi propio criterio y saber comprender las situaciones de otros. Espero seguir aprendiendo de ello, y los invito también a ustedes a hacerlo.