El país que nos distancia
Este post va dedicado a la única persona que puedo decir con toda la honestidad del mundo que es mi amiga, y que sin importar que pasen los años, seguirá siendo mi fiel amiga. Porque la amistad no es fácil, pero tampoco es vivir un sufrimiento constante, y ella me enseñó muy bien eso. No es solo estar en las buenas y en las malas, es estar también en las mejores y en las peores. Muchos creemos que amigo es aquél que está siempre con nosotros, incluso en malos momentos, así sea este amigo el causante de esos momentos…y no es así. A mi parecer, no es necesario que tengamos a alguien siempre a nuestro lado para considerarlo «amigo», a mi parecer, es simplemente quien jamás te dará la espalda así hayan kilómetros de distancia.
Es difícil digerir como este país se ha convertido en una desidia, en una dantesca pesadilla que nos sumerge en tristeza y angustia día tras día, por ese motivo, muchos prefieren alejarse de esta locación, irse y no volver pronto, pues esa parece la mejor solución. Y yo me considero parte de ese público, pues tristemente no veo el día en la que pueda distanciarme de mis raíces terrenales y así poder tener un mejor progreso personal en mi vida, que claramente no será fácil, pero tampoco imposible. En Venezuela ese progreso es imposible.
Son bastantes las amistades que se han despedido de mi para no volver a este país, o si vuelven, es solo de vacaciones, por un corto tiempo, y de ahí regresan al lugar donde se sienten más seguros y felices con su vida. Es algo chocante, algo extraño y melancólico, porque si bien nos alegra que nuestros amigos finalmente hagan una buena vida en el exterior, también nos entristece no poder compartir de la misma manera que estábamos acostumbrados, porque ya no será la típica llamada para planear verse…ahora son mensajes para planear verse por Skype, y no, no es lo mismo.
Yo era de las que se ponía un poco triste con estas despedidas, pero nada exagerado, pues mayormente eran compañeros que había hecho en poco tiempo y con quienes salía de vez en cuando…pero todo cambió drásticamente cuando ese «compañero» pasó a ser «amiga». No tiene comparación alguna, se los puedo asegurar.
Y muchas veces nosotros ya nos mentalizamos que se van a ir, a mi me pasó, yo ya sabía que mi amiga se iría, desde que se graduó lo sabía, pero igual uno por un buen tiempo hace caso omiso, prácticamente lo olvida, hasta que luego de unos meses te salen con la noticia que recuerdas al instante y te toma por sorpresa, por impacto, hablo del famoso «me voy del país».
Esa frase, esas palabras, cuando las leemos, las escuchamos, las recibimos por primera vez, nos toma de una manera especial…la mezcla de sentimientos es tan fuerte que a veces nos inmutamos por unos largos segundos, pero al recuperarnos lo primero que nos viene a la mente suele ser «Vaya, qué bueno que lo logró, al fin será verdaderamente feliz».
En esos momentos queremos ocultar que de todas maneras se mantiene una leve tristeza, una leve nostalgia, un conjunto de sentimientos apaciguadores, que no precisamente son alegres…pero son leves, porque estamos conscientes que la alegría es mayor, es la que se sobrepone a todo esto, la analítica del momento con su «Es tu amigo/a, se merece lo mejor y lo logró».
Por ese motivo, yo no escribo esto para entristecer a nadie, mucho menos a mi amiga, lo escribo para que recordemos que este país ya no es la «Tierra de Gracia» de la que tanto se hablaba antes, este lugar ya no es un «Paraíso Caribeño», y por eso los estudiosos, los preparados, los trabajadores, y un sinfín de mentes brillantes se van…es lo que llamamos la «fuga de talento».
Y por eso yo no pienso ponerme triste por mi amiga, si bien es inevitable que por momentos la nostalgia se apodere de mi mente y traiga imágenes de todo lo que vivimos estos cercanos 15 años de amistad, no permito que eso me ponga cabizbaja y me desanime, pues yo sé muy bien que en un futuro cercano la volveré a ver cara a cara, es algo de lo que estoy demasiado segura.
Además, también escribo esto para recordar que muchas veces no sabemos lo que tenemos a nuestro lado, muchas veces nos rodeamos de personas terribles que son tóxicas en nuestra vida, y por momentos olvidamos que hay gente que si merece nuestra compañía, que si merece nuestro apoyo, que son como «un cielo lleno de estrellas porque iluminan el camino», y me siento afortunada de tener personas así, que de hecho son muy pocas, incluyendo principalmente a mi amiga…
Quizás tengamos pocas «estrellas» en nuestra vida, pero creánme que son las más valiosas, que son personas que no podemos alejar de nuestras vidas. Lo digo de experiencia, he conocido mucha gente y con el tiempo me di cuenta que no por conocer a una cantidad de personas vas a tener más amigos, para nada. Al final, siempre volvemos a quien realmente nos quiere con honestidad y nos valora como lo merecemos.
Mi amiga se va del país, si, pero no se va de mi vida, y me siento muy alegre de verla feliz junto a la persona que ama, y que además, lograrán hacer una vida digna en un lugar adecuado para un futuro prometedor. Creo que no hay mejor sentimiento que ver a quienes más queremos y amamos felices.
Espero que ella lea esto y que recuerde que acá en Venezuela se mantendrá presente en la mente de varios, incluyendo la mía, y que no hay palabras suficientes para agradecerle haberme dado algo tan magnífico como su amistad, porque no he conocido a nadie más que se le compare en el trato y el apoyo que me dio, a pesar de los conflictos que tuvimos (sobre todo de adolescentes, jajaja), porque al final ella igual estaba dispuesta a estar a mi lado y nunca sacrificar la amistad por cosas insignificantes. Crecimos juntas, maduramos juntas, compartimos mucho, fuimos felices y también lloramos juntas. Por eso volviendo al principio lo repito: Soy feliz de haber tenido una fiel amiga.
¡No olvides compartir! 🙂